Hay que esperar hasta la II edad de hierro para detectar los primeros vestigios de su poblamiento, los castros, asentamientos de la cultura castrense que son fácilmente reconocibles por situación dominando un alto, rodeado de murallas defensivas y viviendas circulares realizados en piedra. Sus habitantes, los Zoelas, son una tribu astur que en el s. IV a. de C. eligió, entre otros asentamientos, la “Peña Castro” en Ribadelago, As Muradellas en Lubián, así como otros encontrados en Hermisende o Trefacio. La influencia de esta época continúa hoy presente y tiene su reflejo en la numerosos topónimos como: río Castro, Castro de Sanabria, Castrelos, …
Pese a la estoica resistencia de los astures a la dominación romana, los castros sanabreses sucumbirían ante las legiones romanas hacia el año 25 a. de C., organizándose desde entonces los territorios ocupados en conventus. De este periodo se conservan hoy en día estelas funerarias aparecidas en Sotillo, Vigo o Rábano, entre otros vestigios.
Escasas noticias origina este territorio hasta el s. V, cuando tienen lugar las invasiones de los pueblos germánicos, instalándose los Suevos en los conventus de Lugo, Braga y Astorga. El topónimo de Sanabria aparecería nombrado en las "Actas del Concilio de Lugo", cuando en el año 569 la parroquia sanabresa es entregada a la de Orense. También, durante el reinado de Suintila, este comarca se convertiría en un centro de acuñación de moneda.
Tras la invasión árabe, el apogeo del reino astur-leonés trajo consigo una nueva forma de organizar el territorio, los feudos, como es el caso del Monasterio de San Martín de Castañeda que poseía los derechos de pesca sobre el Lago de Sanabria, rico en trucha asalmonada y motivo de continuos enfrentamientos con la población ribereña, con quienes además tuvo tensiones sociales debido a las cargas y abusos cometidos. El poder de este monasterio crecería incluso durante el s. XI y s. XII como consecuencia de donaciones reales y derechos sobre campesinos, llegando a tener bajo su jurisdicción 150 lugares, entre ellos la misma Puebla. En 1150 Alfonso VII ordena su restauración, convirtiéndose en monasterio de benedictinos con el monje Pedro Cristinao al mando. La vida monástica reacia a las reglas del cister, viviría por entonces conflictos hasta que en 1207 se acoge a la nueva norma. Los reinados de Alfonso IX y Alfonso X fueron progresivamente revocando los derechos monacales, tendencia que se mantendrá en los siglos siguientes y que finalmente culminaría con la desamortización del s. XIX que trajo consigo la ruina y abandono de este monasterio.

La historia más reciente de Sanabria viene marcada por el aislamiento y la despoblación progresiva, que contribuyen al abandono de sus tradiciones y a la desaparición de su cultura, a pesar de encontrarse en un entorno de gran belleza del que es su máxima expresión el Parque Natural del Lago de Sanabria.
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